El cardenal Peter K.A. Turkson presidente del Pontificio Consejo de la Justicia e de la Paz envió una carta de saludo y respaldo a los participantes del Encuentro Latinoamericano titulado “ Con la Encíclica ”Laudato Si” defendemos los derechos a la tierra, el territorio y los bosques”. En su carta el cardenal subraya la patente la cercanía de la Iglesia y su aliento y animo en el “camino de los pueblos que están en busca de un cambio que nos haga bien. Los pueblos originarios, desplazados –amenazados y postergados por ciertos modelos de “progreso” que no contemplan la dignidad de todos–pueden compartir al mundo entero la valiosa muestra de una vida que en armonía con la naturaleza es luz para el camino de cambio que necesitamos”
El texto completo:
Roma, 13-14 de febrero de 2016
A los participantes del encuentro latinoamericano “Con la Encíclica Laudato si’ defendemos los derechos a la tierra, el territorio y los bosques”
En nombre del Pontificio Consejo «Justicia y Paz», dirijo un fraterno saludo a las Comunidades Indígenas, Movimientos Populares y Organizaciones de Derechos Humanos que se dan cita en este encuentro latinoamericano, en San Cristóbal de las Casas, mismo que profundizará sobre cómo custodiar y compartir nuestra casa común.
Tenemos conocimiento de su trabajo en defensa de los derechos a la tierra, al territorio y los bosques, mismos que se ven hoy amenazados por un sistema que idolatra el dinero y que no respeta la dignidad de las personas ni la fragilidad del planeta. Auguramos que sus reflexiones sean fructíferas y den lugar a acciones constructivas ante estos numeroso desafíos. Confiamos en que la Encíclica Laudato si’ del Papa Francisco será, como ustedes han señalado, un valioso aporte para la tarea que se han propuesto.
En esta ocasión, quisiera reiterar lo que les he ya transmitido en nuestro Segundo Encuentro Mundial de Movimientos Populares en julio de 2015: “Los pobres se han organizado para resistir la exclusión social, la escandalosa desigualdad y la degradación de su ambiente. Así, han creado movimientos no solo para protestar contra la injusticia, sino para resolver con sus propias manos los problemas de acceso al Techo, la Tierra y el Trabajo que ni los Estados ni el Mercado resuelven. A pesar de la precariedad, son sembradores de la tierra, constructores de viviendas y creadores de trabajo. La Iglesia quiere unir sus manos en estos procesos y ayudarlos a que cada día sus cooperativas sociales, sus juntas vecinales, sus comunidades campesinas e indígenas se fortalezcan, para que puedan dar más y mejores condiciones para el desarrollo integral de los excluidos como personas, familias y pueblos.”
Los momentos actuales son particularmente difíciles. Vivimos en una globalización de la indiferencia marcada por el paradigma tecnocrático. Seguimos viendo continuas violaciones a los derechos humanos y sociales a cada paso, a lo largo de todo el planeta. Sin embargo también vislumbramos una esperanza en el horizonte. Todos los pueblos están en busca de un cambio que nos haga bien. Los pueblos originarios, desplazados –amenazados y postergados por ciertos modelos de “progreso” que no contemplan la dignidad de todos–pueden compartir al mundo entero la valiosa muestra de una vida que en armonía con la naturaleza es luz para el camino de cambio que necesitamos.
Hago patente la cercanía de la Iglesia con cada uno de ustedes, los aliento y animo en su camino, mientras pido a nuestro Padre Dios que los fortalezca en su lucha por la tierra, el techo y el trabajo, en defensa de la paz y de la Madre Tierra.
Presidente