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DOCUMENTO DE SÍNTESIS
IV ENCUENTRO MUNDIAL DE MOVIMIENTOS POPULARES
Desde hace siete años, los y las trabajadoras, los y las campesinas, la juventud, los pueblos originarios, los pobres, los postergados y excluidos, llegados desde las periferias urbanas, rurales y laborales, nos damos cita en los Encuentros Mundiales de Movimientos Populares (EMMP) en diálogo con el Papa Francisco, para hacer oír y dar visibilidad a nuestras preocupaciones sobre el incremento de las injusticias ocasionadas por la globalización capitalista, explotadora y excluyente.
Nos reunimos para reflexionar y compartir nuestras luchas sociales, organizadas desde lo comunitario, que en estos tiempos de pandemia fueron particularmente importantes para cientos de millones de personas. También nos reunimos para proponer formas de acceso a los derechos a Tierra, Techo y Trabajo y pensar un nuevo paradigma humano que supere las estructuras inhumanas que están en la raíz de los problemas socioambientales que nos aquejan.
Producto de los primeros tres encuentros, y en diálogo con el Papa Francisco, emergieron importantes propuestas y conceptos. Están condensados en los tres documentos de los movimientos y en el apoyo del Papa Francisco reflejado en sus tres discursos.
En este 2021, el EMMP se realiza de manera virtual en dos sesiones distintas: la primera sesión el pasado 9 de julio cuando nos encontramos delegados de 50 países; y una segunda sesión con el Papa Francisco a realizarse el próximo 16/10, día que conmemoramos la lucha de los campesinos por el derecho a la tierra de la cual provienen nuestros alimentos.
Las siguientes consideraciones son una suerte de síntesis de los debates del primer momento.
1. La humanidad está en crisis como consecuencia de un sistema económico destructivo, tóxico e inhumano
Desde que la Organización Mundial de la Salud anunciara, en diciembre de 2019 la propagación de un virus desconocido, la humanidad entera se ha encontrado desprotegida, se ha sumido en el miedo, ha acompañado con dolor el sufrimiento de millones de personas infectadas y la pérdida de miles de vidas a causa de la enfermedad.
La pandemia ha desvelado lo que veníamos denunciando los movimientos populares del mundo: el agotamiento del sistema capitalista explotador, depredador y destructor de la vida, que pone el lucro por encima del ser humano y la naturaleza. Las desigualdades se asentaron como pocas veces en la historia de la humanidad, tanto entre los pueblos, como al interior de las naciones. Basta ver la injusta distribución de las vacunas para comprender que no hay una verdadera comunidad internacional sino un dominio grotesco de los grandes grupos económicos y un puñado de potencias que acaparan bienes indispensables, como las vacunas que frenan la pandemia.
En definitiva, los ricos y poderosos son hoy más ricos y poderosos porque han sacado ventaja de las necesidades del confinamiento global y, a su vez, este puñado de ricos, se ha aprovechado de la acuciante necesidad de sobrevivir de todo el resto. Los pobres, hoy son más pobres. Los sistemas sanitarios y de protección social han mostrado su insuficiencia durante la pandemia, y esto es una consecuencia directa de décadas de esquemas de ajustes neoliberales que dejaron sin ninguna salvaguardia a millones y millones de personas en situación de vulnerabilidad.
2. En los pueblos de las periferias crece la conciencia y la solidaridad
Las periferias urbanas, rurales y existenciales que resisten la cultura del descarte y la globalización de la indiferencia, por el contrario, han adoptado una actitud de solidaridad, esfuerzo, voluntarismo y disposición frente a la crisis. Estas actitudes se reflejan en un sinnúmero de acciones locales para mitigar sus efectos inmediatos.
Durante estos tiempos de pandemia, los movimientos populares, sus trabajadores y trabajadoras se han dedicado a trabajar desde sus hogares, en centros comunitarios, ollas comunitarias, a distribuir alimentos entre los más pobres, entre todas aquellas personas que subsisten con los ingresos que generan en el día y que se vieron imposibilitados para trabajar durante los confinamientos, lo que produjo una creciente demanda en comedores comunitarios. También, muchas organizaciones han creado fondos económicos solidarios para sostener a quienes perdieron su trabajo.
Se han organizado para confeccionar indumentaria de protección destinada a los sistemas sanitarios y distribuir máscaras para los trabajadores esenciales que debían continuar con sus actividades.
Se han organizado para compartir no sólo alimentos, sino agua. También se han dedicado y se organizan para producir sanitizantes y distribuir elementos de desinfección en barrios populares, de modo que allí también se pueda cumplir con las medidas de cuidado.
Se han organizado para continuar con las tareas esenciales, fundamentalmente la producción de alimentos, distribución y también el reciclado de los residuos.
Se han organizado para luchar contra los abusos policiales contra quienes debían salir a trabajar para llevar el pan a sus hogares como los vendedores ambulantes.
Se han organizado para contrarrestar los vacíos educativos entre los niños escolares, especialmente en aquellos lugares donde no llega la conectividad de forma eficiente o no se cuenta con los dispositivos necesarios para la virtualidad.
Se han organizado para aprovechar el tiempo, hacer formaciones políticas virtuales, pensar críticamente y elaborar propuestas para salir mejores de esta crisis.
Los movimientos populares somos defensores comunitarios: Las comunidades indígenas se han organizado para cuidar sus territorios y sus culturas de los avances empresariales. Hemos también luchado en cada barrio contra los desalojos y los desahucios de aquellas familias sin techo que se quedaron sin ingresos para pagar su renta.
Esto se suma al esfuerzo de millones de personas, trabajadoras domésticas, de la salud, docentes, comunidades cristianas y religiosas abocadas a recorrer los barrios y las calles desiertas con sinfines de acciones de solidaridad afectiva y efectiva.
Vemos entonces que entre los humildes, entre las personas de trabajo, en las periferias crece la conciencia de tomar nuevamente el control de lo público, de lo común, que ha sido secuestrado por intereses particulares de ínfimas codiciosas minorías.
3. Un nuevo paradigma para superar los dilemas de la humanidad
En este IV EMMP reafirmamos nuestra lucha por tierra, techo y trabajo para todos y todas y en todo lugar y concluimos que volver a la normalidad anterior al Coronavirus sería suicida. Sin descuidar las luchas locales, acordamos priorizar como exigencias inmediatas de los movimientos populares los siguientes puntos de alcance universal:
- Sistemas sanitarios públicos y gratuitos
- Liberación de las patentes de las vacunas
- Obtención de un salario universal para todas las personas sin ingresos fijos
- Garantías de una movilidad humana para migrantes y refugiados libre de violencias y restricciones a los derechos humanos elementales
- Una moratoria global de los desalojos hasta tanto se salga de la situación de pandemia y planificación de un sistema público y social de la vivienda
- Implementar una Reforma Agraria Popular, imponiendo un tamaño máximo de propiedad agrícola, priorizando la producción de alimentos saludables, y adoptando la agroecología como método principal de producción que sustituya el patrón del agro negocio de base transgénica.
- Cumplimiento estricto de los compromisos multilaterales sobre mitigación y adaptación al cambio climático
- Suspensión de todas las acciones extractivas para frenar el ecocidio en la Amazonia y otros puntos críticos del planeta
- Levantamiento de todas las medidas unilaterales de las superpotencias que impiden el acceso a medicamentos y asistencia humanitaria
- Condonación de la deuda de los países en desarrollo
Abogamos por la construcción de un nuevo paradigma de desarrollo humano integral, que priorice la vida antes que el lucro, que armonice las relaciones humanas y ambientales. Entendemos que la lucha contra la pobreza y la exclusión es un problema político y no solo un problema social. Por tanto se requiere una reformulación profunda: Un nuevo modelo humano, igualitario, fraterno, libre, participativo, y ecológico. La pandemia del covid-19 profundizó desigualdades pero a su vez resaltó el rol de los movimientos populares en las comunidades más humildes.
Proponemos una nueva arquitectura internacional, acorde al sistema multipolar, que respete la autodeterminación y la soberanía de los pueblos pero que promueva una gobernanza internacional solidaria y cooperativa, donde la paz mundial, la democracia participativa, la planificación económica, la justicia social y el respeto a la naturaleza sean comprendidos como parte de un todo integral.