
Foto: Osservatore Romano
Miles de jóvenes de todo México han dado la bienvenida con una gran ovación al Papa Francisco, con una gran fiesta de cantos y danzas tradicionales en el Estadio José María Morelos y Pavón en Morelia. El Papa, tras escuchar los testimonios de cuatro jóvenes que le contaron sus penas, sus alegrías y sus dificultades, ha pronunciado su discurso, centrado en tres ideas: la riqueza que Dios les dio, la esperanza que son y la dignidad que nunca deben perder.
Los jóvenes han advertido que algunos son atrapados “por la desesperación y nos dejamos llevar por la avaricia, la corrupción y las promesas de una vida intensa y fácil, pero al margen de la legalidad”. Y así, aumentan entre ellos las víctimas “del narcotráfico, de la violencia, de las adicciones y la explotación de personas”. Muchas familias –han asegurado– sólo han podido llorar la pérdida de sus hijos, porque la impunidad ha dado alas a quienes secuestran, estafan y matan.
El Papa ha subrayado otra vez que uno de los mayores tesoros de esta tierra mexicana son sus jóvenes. Y no habló solo de esperanza sino de “riqueza”. Entretanto preciso que no se puede vivir la esperanza, sentir el mañana, “si primero uno no logra valorarse, si no logra sentir que su vida, sus manos, su historia valen la pena”. La principal amenaza a la esperanza –ha advertido– son los discursos que desvalorizan, que hacen sentir de segunda. Y ha proseguido el Papa: “la principal amenaza a la esperanza es cuando uno siente que no le importa a nadie o que está dejado de lado. La principal amenaza a la esperanza es cuando uno siente que da lo mismo que esté o que no esté. Eso mata, eso nos aniquila y es puerta de ingreso a tanto dolor”.
El Papa ha asegurado que entiende que es difícil sentir la riqueza “cuando nos vemos expuestos continuamente a la pérdida de amigos o de familiares en manos del narcotráfico, de las drogas, de organizaciones criminales que siembran el terror”. Cuando “no se tienen oportunidades de trabajo digno, posibilidades de estudio y capacitación”, cuando “no se sienten reconocidos en los derechos y terminan impulsándolos a situaciones límites”, cuando “se los utiliza para fines mezquinos seduciéndolos con promesas que al final no son tales”.
Francisco ha exclamado a los jóvenes: “Es mentira que la única forma de vivir, de poder ser joven es dejando la vida en manos del narcotráfico o de todos aquellos que lo único que están haciendo es sembrar destrucción y muerte”. Porque es Jesucristo –ha asegurado– quien desmiente todos los intentos de hacerlos inútiles, o meros mercenarios de ambiciones ajenas”,y les ha pedido que “no se dejen desvalorizar, no se dejen tratar como mercancía”.