Intervención del cardenal Peter K.A. Turkson, prefecto del Dicastario para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, en el Encuentro mundial de los movimientos populares y el Vaticano (octubre 2020) | English
Cuando era joven, creciendo y estudiando lenguas clásicas, aprendí que, en griego, las palabras hermano y hermana significaban, etimológicamente “desde el mismo vientre” (a-delphos/a-delphē). Esta expresión ha permanecido conmigo y me ha ayudado a entender situaciones desconcertantes de la vida. Pues, si los hermanos y hermanas están unidos por el hecho de tener su origen en el mismo vientre, entonces están unidos en dignidad, unidos en honor, unidos en derechos, mientras mantienen sus diferencias en actitudes y hábitos; y el resto de la humanidad está de igual forma constituida – productos de vientres, ¡hermanos y hermanas todos nosotros!
A todos nosotros, al menos bíblicamente, se nos considera que venimos del mismo origen, del mismo padre, pero yo soy de África, y muchos de Europa y muchos de China y podemos ver las diferencias. Si somos tan diferentes, ¿podemos aún hablar de ser uno? Sí podemos. El vientre que nos hace a todos uno puede ser el vientre de nuestros padres, pero también el vientre de nuestra madre tierra, el planeta que nos alimenta. Somos uno porque compartimos el mismo vientre de la cultura mundial, que determina lo que estudiamos y a lo que ponemos atención y cómo se guían nuestras vidas. Compartimos el vientre común de la historia, con todas las guerras mundiales y todo lo que ha sucedido que nos ha llevado a este punto. Y, últimamente, en estos días, compartimos el vientre común de una amenaza y crisis sanitaria: la pandemia del Covid-19.
Todos nosotros, de muchas maneras, venimos del mismo vientre. Esto, por lo tanto, debería llevarnos al sentido común de nuestra dignidad humana que no deja a nadie atrás1. Pero en realidad, algunos se dejan atrás en la cuneta, atrás en la cultura, en el desarrollo, en los ingresos, en la educación. Toda clase de experiencias nos separan y nos hacen desiguales, incurriendo en varios tipos de “déficit de dignidad humana”. Así que, consideremos esta pandemia como una llamada a despertar. Vayamos a buscar a nuestros hermanos y hermanas cuya humanidad y dignidad se ven debilitadas y reducidas a un parpadeo por la esclavitud moderna y el tráfico de seres humanos. Busquemos a nuestros hermanos que han sido descartados y dejados atrás. Vayamos y busquemos a nuestras hermanas que han sido abandonadas o dejadas en la cuneta. Vayamos a buscar a los hombres y mujeres cuya ausencia hace que nos sintamos menos completos y menos sanos, y traigámoslos a todos juntos, y hagamos real la unidad y la salud de la familia humana de la creación de Dios.
Sabemos, además, que todo contribuye
al bien de los que aman a Dios, de los que él ha llamado según sus designios.
Porque a los que conoció de antemano, los destinó también desde el principio
a reproducir la imagen de su Hijo,
llamado a ser el primogénito entre muchos hermanos.
Y a los que desde el principio destinó, también los llamó;
a los que llamó, los puso en camino de salvación;
y a quienes puso en camino de salvación, les comunión su gloria… (Rom.8, 28-29).
—
1 En la presentación de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) en la Asamblea Plenaria de las Naciones Unidas (septiembre 2015), el secretario general, Ban KiMoon, describió los ODS como “una narrativa de la dignidad humana que no deja a nadie atrás”.
ES-Desde el mismo vientre-adelphos-CardPeterKATurkson
EN-From the Same Womb-Adelphos-CardPeterKATurkson