El pasado 10 de noviembre Papa Francisco visitó las ciudades italianas de Prato y Florencia.
En Prato – ciudad del norte con gran presencia de inmigrantes – Francisco habló de inclusión y criticó duramente la explotación laboral. “Para un discípulo de Jesús, ningún vecino puede ser lejano. Es más, no existen lejanos que sean demasiado distantes, solo cercanos a los que llegar”. Os agradezco los esfuerzos constantes que vuestra comunidad lleva a cabo para integrar a todas las personas, por oponeros a la cultura de la indiferencia y el descarte”. El Papa recordó el trágico incendio de 2013 en el que 7 personas chinas fallecieron. “Me permito recordar los cinco hombres y dos mujeres de ciudadanía china que murieron hace dos años debido a un incendio en la zona industrial de Prato” indicó elPapa, y recordó que ellos vivían y dormían en el interior de la misma fábrica en la que trabajaban, con divisiones de cartón y camas camarote. “Es una tragedia de la explotación y condiciones inhumanas de vida, y esto no es trabajo digno”. Además recordó que la vida de cada comunidad exige “que se combata el cáncer de la corrupción, de la explotación humana y laboral y el veneno de la ilegalidad”.
En Florencia mantuvo un encuentro en la catedral con los obispos italianos. El Papa pronunció un largo discurso en el que pidió a los cristianos que se guíen por la humildad, el desinterés y la bienaventuranza. “Estas características nos dicen que no debemos estar obsesionados con el poder. Tampoco cuando parece que es un poder útil y funcional para la imagen social de la Iglesia”. Recordó que prefiere una Iglesia “accidentada y manchada” por salir al encuentro de las personas que una Iglesia “cerrada en su propia comodidad”. Después de su encuentro con los obispos italianos en la catedral de Florencia, el Papa almorzó en un comedor de Cáritas junto a los necesitados que todos los días almuerzan gratuitamente. Francisco culminó su visita a Florencia con una misa en el estadio de la ciudad. En su homilía, expresó su idea de que la Iglesia debe estar en sintonía con la vida cotidiana de las personas.